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El sábado 11 de junio, bajo un cielo gris que amenazaba con lluvia, cientos de personas se congregaron afuera de Moore Street Market/La Marqueta (110 Moore Street) en una celebración anticipada del 65º Desfile Anual del Día Nacional de Puerto Rico, que regresa después de dos años de silencio.

Esta hermosa fiesta es posible gracias a la concejal de la Ciudad de Nueva York Jennifer Gutiérrez (Distrito 34), la Corporación de Desarrollo Económico de la Ciudad de Nueva York (NYC/EDC), NYC Health + Hospitals/Woodhull, Graham Avenue BID y Boricua College.
Carmelo Feliciano, maestro de ceremonias, presentó a la New York Combo Salsa Band. Interpretan “En mi viejo San Juan” y el aire se llena de dulce nostalgia mientras el público, al unísono con los músicos, ondea docenas de banderas puertorriqueñas y repite la letra de este emblemático himno. “En mi viejo San Juan… me voy (me voy) pero un día volveré a encontrar mi amor, a volver a soñar”.

Busqué a los organizadores. La hermosa (por dentro y por fuera) Jennifer Gutiérrez dice: “Vivienda, salud, trabajo y acceso a la alimentación son, hoy, sin duda, prioridades de nuestra comunidad hispana”.
Alberto Valentín, director ejecutivo de Graham Avenue BID dice: “Mantenemos el vecindario seguro y limpio, la comunidad unida, trabajamos arduamente para ser competitivos en estos tiempos difíciles… es un trabajo de amor”.

La asambleísta del estado de Nueva York Maritza Dávila (Distrito 53) con una dulce sonrisa me dice: “Es esa comprensión que tienen los puertorriqueños del amor por su país, es esa comprensión la que es preciosa e inigualable”.
Egaudy Gomez, gerente de Moore Street Market, observa atentamente, prestando atención a los detalles más pequeños y asegurándose de que todo funciona sin problemas.
Hablo con la gente, bailo con ellos, ¡abrazo a muchos y ellos me abrazan a mí!
“¡Puerto Rico! ¡Puerto Rico! Hoy todos somos puertorriqueños y al que no es boricua, lo mismo se le quiere… es la misma agua la que nos moja a todos”; hermosas palabras de un dominicano que, desde el escenario, entre canción y canción, anima con euforia a la gente de “La Isla del Encanto” en Nueva York, nuestros Nuyoricans.

Siento mucho respeto por esta comunidad y sus líderes que continúan trabajando y luchando para garantizar servicios cruciales: acceso a vivienda asequible, salud, trabajo y equidad en la educación.
Hacia el final del día el cielo finalmente se abre y una agradable llovizna cae, como una bendición, sobre la multitud que baila al son de la música de DJ Chino de Oro.
¡Hace falta algo más que un poco de lluvia para que esta multitud deje de bailar!
Camino lentamente de regreso a mi casa en Los Sures, la música desvaneciéndose en mis oídos, pero mi paladar aún regalado con el incomparable sabor de un plato puertorriqueño de mofongo cocinado con amor en el restaurante Ramonita.
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